13/2/07

Viajes pez: ¿Del mar al acuario?

Hola de nuevo mis queridísimos lectores. Hoy me dirijo a vosotros con una reflexión simpática. Una reflexión que sólo se le ocurre a alguien que se ha estrujado el cerebro durante horas para contaros algo fresco y nuevo sobre los viajes ¿Por qué no hablar de los viajes pez?

Un viaje pez es aquel que se mueve por corrientes. Que hay una corriente caliente...ahí esta el pez. Que hay una corriente fría...ahí esta el pez. Los peces tienen un constante desplazamiento. En muchas ocasiones dentro de su propio hábitat y en otras a un pequeño espacio decorado con palmeritas de plástico y piedras de colores. Si fuese pez, no dudaría en ponerme panza arriba simulando una pequeña indigestión y esperar a que me atrapen con esa redecilla verde para ser devuelto a mi hábitat natural a través de cualquier desagüe.

No es que tenga especial cariño al mundo submarino ni que me haya pegado un atracón de Nemo o el Espantatiburones sino que en un momento de lucidez se me ocurrió pensar que existe una gran analogía entre los desplazamientos de un pez y los de un hombre.

Nacemos en nuestra anémona y poco a poco y a medida que dejamos de ser renacuajos conocemos el mundo que hay a nuestro alrededor. El mundo terrestre al igual que el submarino se mueve por corrientes. Las corrientes realistas, las idealistas, las empiristas...etc y cada pez se sube a la que más le conviene en cada momento, a la que más le gusta. En función de la corriente a la que nos subimos tenemos diferentes visiones de ver el mundo. Y en eso consiste el éxito de todas las cosas, en la variedad.

Sin embargo, existen muchas personas que al igual que los pescados, viven encerrados en una burbuja sin ser conscientes de todo lo que les rodea en el amplio oceáno.
Ponerse panza arriba o no, esa es la cuestión.

¿Quiere el hombre viajar para conocer lo que existe a su alrededor o prefiere quedarse encerrado en su burbuja rodeado de palmeras de plástico y piedras de colores? ¿Qué pensais?

28/1/07

Viajar por el mundo: Otro punto de vista

Para Agustín Jimenez viajar es de locos. Os recomiendo ver este monólogo...es buenísimo.

Destino Metro: Transporte urbano


Existen muchos tipos de viajes. Viajes a través del agua, del aire, de la tierra o del mar y todos absolutamente todos van cargados del maletas que rebosan de impaciencia. Impaciencia por llegar a un destino.


Pero existen otro tipo de viajes que son los que habitualmente realizamos de manera inconsciente, como algo que forma parte de nuestra rutina diaria. Mi rutina llega todos los días a las 8:45 de la mañana y se llama metro.


He viajado en infinidad de metros: Bilbao, Madrid, Valencia, Paris, Londres, Brasil...etc. Sin embargo y aunque los colores de las líneas me desorienten debido al cambio, hay algo que pone en común tanta distancia. Si trazásemos un línea uniendo todos los países del mundo nos daríamos cuenta que existe algo en común entre tantas diferencias de costumbres y culturas: Nuestro comportamiento a la hora de ir en un metro.


El metro es un viaje de reflexión, de estudio, de esa falta de tiempo para sentarnos a leer la novela que hace tiempo dejamos a medias. En ocasiones el metro se convierte en ese pub donde cruzamos miradas con ese chico del jersey verde o donde nos hartamos de reír desconectando de un duro día de trabajo.


Hay días que llueve sin parar y no sé porque razón todo el mundo anda con el paraguas como Darth Vader en pleno combate con Luke Skywalker. Se crea el típico vaho, consecuencia directa de la cantidad de gente que se acumula esos días y se crea una atmósfera muy propia de una sauna o un baño turco.


Sin embargo existe cantidad de veces en las que el libro se te olvida, en la boca del metro no quedaban más periódicos gratuitos, no te has encontrado con nadie conocido y entonces, es en ese momento cuando te dedicas a observar la vida que hacen los demás en este medio de transporte.


Por cuestiones de despiste las ocasiones en las que se me suelen olvidar el i-pod o el libro en casa superan el 50% de las veces y dado mi aburrimiento he tomado por costumbre jugar a imaginarme la vida que llevaran las personas que en ese momento observo.

Al final y aunque no os lo creáis es un buen ejercicio mental para ejercitar la imaginación. Son historias sorprendentes. Historias que jamás leerías en esa novela que dejaste olvidada en casa, novelas con protagonistas de carne y hueso.

17/1/07

Destino Madrid: Un paseo por el centro

Han pasado la Navidad, Año Nuevo y la llegada de los Reyes Magos y sin darnos cuenta ha cambiado el número de los calendarios que rigen nuestra vida diaria.

Así es, nos encontramos en el 2007. Un año en el que mis viajes se verán reducidos a la Península Ibérica y en ocasiones al País Vasco, ciudad en la que me encuentro actualmente debido a mi formación profesional.

Por eso hoy quiero hablaros de una ciudad en la que he pasado parte de mi adolescencia y de mi actual juventud. “Pongamos que hablo de Madrid”, tatareaba en una ocasión Joaquín Sabina. Madrid, capital española, gran vía de los amantes de la música, el teatro, del cine y de las “movidas”.

Podría contaros infinidad de cosas sobre esta jungla diaria en la que todos sus habitantes luchan por hacerse un hueco, sin embargo, creo que va a ser más efectivo si os propongo una ruta que combine lo que a mi juicio, es “un día en la gran ciudad”.

Son las diez de la mañana de un domingo cualquiera, aunque siempre es preferible si el tiempo acompaña con un buen clima, y no tengo ni un mísero litro de leche en la nevera pero los domingos el desayuno es sagrado. Línea dos, parada Ópera y a unos metros, me topo con el Palacio Real. Puedo tomarme un café y saborear algo de repostería recién hecha en el Café de Oriente. Me leo el periódico y entre noticias puedo disfrutar con las vistas que tengo, al Madrid de los Austrias.

Los domingos es el día ideal si os apetece empaparos de cultura. Siempre hay alguna exposición apetecible para visitar en el museo Reina Sofía o bien en un clásico como El Museo del Prado.

Después de una largo recorrido por el arte, sentimos la necesidad de volver al tema gastronómico y disfrutar de una sabrosa comida en uno de los barrios más famosos de Madrid, La Latina. Allí no sólo se os deshará el paladar sino que disfrutareis de un poco de “música callejera”. Entre los sonidos de los bongos y las guitarras podéis acercaros hasta El Viajero, situado en la Plaza de la Cebada. Tiene terraza y las tapas están bastante elaboradas.

¿Y que sería de un domingo sin una siesta? Tengo todo pensado y cojo el metro hasta la parada de El Retiro. El parque más grande y uno de los más espectaculares que he visto nunca. Allí los domingos son como una gran fiesta universitaria entre grandes desconocidos que terminan siendo grandes amigos.
A la sombra de un árbol me tumbo y me dispongo a echar una cabezadita antes de que comience la fiesta junto al lago de las barcas.

Esta anocheciendo y el cuerpo me pide una cena relajada y divertida como broche final de mi visita por Madrid.
Existen una gran cantidad de restaurantes que os recomendaría con los ojos cerrados, sin embargo, me apetece recomendaros Lay Down. Un restaurante que se encuentra en las inmediaciones de Gran Vía y que tiene algo especial que provoca una sonrisa en toda persona que abandona el local.

Y cómo volvió a decir Sabina, yo me quedo en MADRID.